Foto: Adán Morales Solís. Triste realidad.
Por Gabriela Mesa
Santo Domingo.- “El mundo que los necesitó ayer, hoy los
olvida”. Así se refiere un autor anónimo a la última etapa de curso de vida que
debe ser motivo de orgullo para cualquier ser humano, la tercera edad.
En República Dominicana la tercera edad para muchos es un café amargo que están obligados
a ingerir, debido al abandono que viven por parte de sus seres queridos, en su
mayoría por sus descendientes.
¿Qué es un adulto mayor?
De acuerdo a la Organización Mundial de la
Salud (OMS), una de las características que definen a la población de personas
mayores es que su edad oscila entre los 65 y 70 años en adelante.
Para
la Organización de los Estados Americanos (OEA), el abandono en la vejez es: “La falta de acción deliberada o no para atender de manera
integral las necesidades de una persona mayor que ponga en peligro su vida o su
integridad física, psíquica o moral”.
Acción que viola todos los parámetros de los derechos humanos
y las libertades fundamentales de una persona.
Uno de los principales factores que lleva al
abandono, es que el adulto mayor comienza a generar gastos en la familia
ya que no posee una vida laboral útil,
situación que provoca tensión entre hijos y parientes cercanos.
Algunos corren con la mínima suerte de ser
situados en un asilo, donde al llegar les prometen que es algo provisional,
pero con el paso de los años se convierte en su única morada donde comparten
con otros en su misma condición.
En cambio, otros pasan por la peor de las
suerte, recorriendo las principales avenidas de la ciudad acompañados de una
funda que pocas veces contiene el sustento de su diario vivir, peor aún, viviendo
en casas improvisadas en las aceras, calles y puentes del país.
No es raro caminar por la calle y ver como un
adulto mayor anda a la intemperie, sin auxilio familiar, descalzo, sucio y con
hambre, a veces maltratado por personas inescrupulosas que no piensan que la
juventud es efímera.
Aseguran que la fe es lo único que les queda,
esperar a que algunos de sus hijos se conduela de su situación, tal vez al repasar
instantes de felicidad cuando mamá y papá eran jóvenes y trabajaron arduamente para
darle esa vida digna que llevan.
Existen casos donde los hijos o nietos discuten
por designar a cuál de ellos les toca cuidar al padre, madre o abuelo, como un costal
viejo con el cual nadie quiere cargar, en ocasiones rifan su estancia como si
fuera un reloj que ya no da la hora.
Este problema cada día se acrecienta más, y
es que las estadísticas de la Red Vejez reflejan que en el año 2015 el 69% de
esta población estaba sumida en la pobreza extrema, y que el 20% es objeto de
todo tipo de discriminación y desatención por parte del Estado.
Mientras que, la Oficina Nacional de
Planificación (Onaplan) en un estudio realizado en el 2004 proyecta que para el
2025 el 12% de la población dominicana estará conformada por adultos mayores,
lo que indica que habrá un aumento de personas que sobrepasará los 60 años.
Normas incumplidas
Quienes transitan en guaguas del transporte público
han observado un letrero pegado en una de sus ventanillas que dice: “Al
envejeciente ceda el asiento. No lo haga por obligación, hágalo por
convicción”.
Sin
embargo, son muy pocos los que cumplen este mandato de vida y acción humana.
A
medida que una persona envejece, tiene derecho a disfrutar de una vida plena,
segura, saludable e íntegra, es por esto que los Estados Miembros que conforman
la OEA suscribieron la «Convención
Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas
Mayores», del cual República Dominicana es signataria.
El
mismo establece que los países firmantes se comprometen a proteger los derechos humanos y libertades
fundamentales de la que debe gozar todo adulto mayor, previniendo cualquier
tipo de discriminación de la que pueda ser víctima.
De
igual forma, en el 2012 durante la tercera conferencia regional
intergubernamental sobre envejecimiento se crea la «Carta de San José sobre los
derechos de las personas mayores de América Latina y el Caribe», donde se confirma
que las personas mayores deben recibir atención especial del Estado, debido a
que: “La edad sigue
siendo un motivo explícito y simbólico de discriminación que afecta el
ejercicio de todos los derechos humanos en la vejez”.
República Dominicana es signataria
de varios acuerdos internacionales, pero se observa como la falta de políticas
públicas que amparen los derechos de los adultos mayores son insuficientes.
El
país posee su propia legislación que trata la protección de la persona
envejeciente, es la Ley 352-98 que cuenta con 53 artículos, la misma se creó
con la finalidad de dar respuesta a las siguientes problemáticas: Salud,
discriminación, maltrato, alimentación, vivienda y recreación.
La
mayoría de los adultos mayores ignoran la existencia de esta norma, una de ella
es la señora Ana Julia, de 62 años, quien se considera una ciudadana ejemplar.
“No
solo fui abandonada por mis hijos que me visitan acaso una vez al año, sino
también por el Estado con el que me he portado bien”, expresa Julia.
Teresa –Teresita- García tiene 78 años y vive sola desde que tuvo que dejar el trabajo por problemas de salud y aunque dedicó toda su vida trabajando como ama de casa para dar de comer a sus hijos, asegura estos no le han pagado de la misma forma.
“Yo me siento cansada, avergonzada y sola, nada más un nietecito me da la vuelta y los vecinos que me ayudan”, dice García.
Teresita como le llaman cariñosamente en la comunidad, afirma sentirse agradecida con Dios por los años de vida que le ha regalado, pero su difícil y solitaria vida no le permite gozar de ella como se debe.
“Uno se faja por los hijos y cuando te pones vieja te abandonan”, precisa Pineda.
Conape
El
Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape) es un organismo
dependiente del Ministerio de Salud orientado a definir y ejecutar políticas
nacionales en beneficio de los adultos mayores, velando por
los derechos y el bienestar de estos en la República Dominicana.
A través de su lema: “¡Que nadie se quede
atrás!” nace Conape del decreto 83-15 que modifica el decreto 1372-04, que
aprueba el Reglamento de Aplicación de la Ley 352-98, la misma busca incluir
activamente a los adultos mayores en las actividades diarias para que se sientan
autosuficientes.
Según
expresa la directora ejecutiva de Conape, Nathalie María, en una entrevista
realizada en el noticiario AN7, que la institución a diario recibe quejas de
familiares o amigos de algún adulto mayor donde los hijos o nietos toman
decisiones que no les corresponde, lo cual vulnera sus derechos.
Además
confesó, que en Conape llegan casos de adultos mayores que son sacados de sus
hogares por sus propios hijos o nietos, quienes deciden posteriormente venderla
si previa autorización.
Sin
embargo, existe en Conape un área legal que ayuda a esos mayores,
notificándoles a sus hijos o familiares que no tienen derecho a disponer de lo
que no es suyo.
Por
otro lado, de acuerdo a un informe del Fondo de Población de las Naciones
Unidas (Unfpa) de 2015, República Dominicana cuenta con una población de 900
mil personas mayores de 60 años, y si se compara esta cifra con la ofrecida por
Conape en su página web, donde solo 66 centros y asilos a nivel nacional ofrecen asistencia, entonces
el desamparo de los adultos mayores irá en aumento.
Especialistas
hablan
La
Psicóloga Clínica, María Celeste, apunta que los adultos mayores que viven en
el abandono, pierden el apetito, son apáticos, se aíslan, pierden peso,
situaciones que pueden desencadenar una depresión.
“Al
dejarlos solos dejan de comer, pierden peso, se deprimen, factores que llevan a
una depresión severa que puede provocar daños irreparables a su salud”, sostiene
Celeste.
También
la doctora Taniurka Ruiz afirma que síntomas como: bajo estado de ánimo,
pérdida de apetito, insomnio y sentimiento de culpa, son algunas de las
consecuencias del abandono familiar de un adulto mayor.
Ruiz
expresa que las personas mayores que no reciben afecto familiar tienen mayor
riesgo de padecer demencia o alzhéimer, debido a que estos males se alimentan
de la soledad.
“Depresión,
automutilación, ansiedad y demencia, son indicios que llevan a pensar que el
adulto mayor sufre desplazamiento familiar”, dice Ruiz.
En
otros casos, subraya Celeste que deprimirse y aislarse de la sociedad puede acarrear
a un desgaste físico, y posiblemente hasta la muerte.
Las especialistas en salud exhortan que para tratar a los adultos mayores se debe hacer lo siguiente:
1. No dejarlos solos.
2. Asignar una enfermera o familiar cercano a su cuidado.
3. Brindarles seguridad y amor.
4. Dedicarles tiempo de calidad.
5. Evitar la rutina de no hacer nada, mantenerlos ocupados con actividades sencillas.
6. Estar pendiente de su alimentación, medicación e higiene personal.
7. Acompañarlos a sus consultas médicas, y cualquier cambio de ánimo, informarle al responsable de su salud. Sobretodo, respetarlos y tenerles paciencia.
De acuerdo con varios expertos en el área de la vejez -geriatras-, cuando la edad avanza sin indicios de detenerse, la soledad que padecen miles de adultos mayores a consecuencia del abandono, se alimenta de los momentos de felicidad vividos en el pasado.
"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un
pacto honrado con la soledad".
Gabriel García Márquez
|
Comentarios
Publicar un comentario
Pueden dejar sus comentarios.